Los días se apilan en la memoria
como un gran montón de carne
que desde lejos en el presente
pareciera una figura;
un tronco
más cuatro extremidades y un bulto;
y no es difícil desde este instante
intuirle a ese peso la idea de un
alma,
confundirle un brillo fugaz con ojos,
un espasmo con voluntad.
No obstante la mole convulsiona como
una serpiente a la que hubieran cortado
la cabeza
Si tienes miedo de que te alcance se
pondrá en pié,
si tienes miedo de lo que pueda decir
dará sonoras palmadas contra las
paredes de tu cráneo.
Y creerás que hay algo más que tu
pasado tratando de destruirte,
que el gólem de la carne intenta
decirte algo importante con cada golpe.
Después vienen los rituales inútiles,
la condena innecesaria de esparcir
palabras sobre el terreno castigado
y esperar entre los sacrificios a que
se presente su figura en el centro del pentágono
amor, dolor, exilio, olvido, necesidad;
y en el medio un tronco,
más cuatro extremidades y un bulto.
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