no me importa quiero despedirme de ti
o mejor no te vayas
abrázame aquí necesito que veas esto
estoy bloqueando muchas cosas
miénteme o por lo menos
no me digas la verdad
me estoy empalmando
y no me apetece nada
pero por qué me conoces tan bien
otra vez me has hecho llorar
mejor no me hables de lo que quieres
los dos tenemos ese cromo repetido
diecinueve horas contigo
me hace cosquillas tu aire
sacar el clavo por el otro lado de la
madera
lleno de astillas y tripas de árbol
colgar luego un adorno del agujero de
trepanación
fumar un cigarrillo bajo la lluvia
vertical
haciendo un pequeño submarino bajo el
paraguas
después con un ligero mojándome
dejaré que el humo caiga sobre las
estrellas
después
luego
la distancia al infinitivo es
el secreto de tu coxis
mi cuarto lleno de ausencias
inquisidoras
y yo colgado del techo como un vampiro
borracho de flujo
ya no somos niños
pero tenemos nuestros juegos
ah los jóvenes somos así
siempre con un pie metido en la guerra
siempre con la cabeza demasiado hueca
ah los románticos
nunca dejaremos en paz la botella de
veneno
nunca aceptaremos que el capitán no se
hunda con el barco en una sincronía de tango
esperaré a que pase el siguiente tren
como si pudiera hacer otra cosa
me acompaña el olor a moho de los
andenes abandonados y
la rayuela azul que he pintado en el
techo y
los planes de atentado para tu
cumpleaños y
la decrépita luz de agonía sostenida
durante meses
que permite arropar el martirio
apreciarlo medirlo...
tan suave y tan ronca que ya no sé si
la oigo desde el más allá
seguiré señalando los hilos de las
marionetas con los ojos
seguiré mirándote las muñecas aunque
sea de mala educación
pero ahora voy a mostrar algo de
alegría
porque quiero aprender a pedir de
nuevo.
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