Hay un límite en el número de horas que un escritor puede pasar quejándose de que no puede escribir. Es un contador macabro, cada cual tiene el suyo, y no hay nada que puedas hacer para retrasarlo: cuando llega a cero, se acabó. No vale sacrificar una virgen ni donar dinero a la secta de moda. Se ilumina un cartel en alguna parte de tu cráneo, "no tienes pelotas para esto". Es algo que solamente tú puedes ver con claridad, y que los demás pueden reconocer vagamente porque apesta. Llegado ese momento, vale más dedicarse a cualquier otra cosa
Pues eso le ha pasado a nuestro pueblo. Pueblo cabrón, pueblo cobarde. Que ha sobrepasado el límite racional de tiempo que puede uno pasar quejándose sin hacer nada. Y algunos estamos hasta los huevos de aguantar estoicamente las súplicas de los demás, de ver babear a nuestros congéneres pidiendo algo que ya es tan suyo como la libertad. De esa mugre ruidosa que canta a la revolución en los bares y se reúne en manifestaciones legales donde todo el mundo piensa como ellos. ¿Es que nadie se da cuenta de que todo esto está programado? ¿Cuánto hace que nos abandonaron los sindicatos y los partidos?¿Cuándo ha dejado de ser la manifestación la fiesta del pueblo?¿Y yo qué propongo?
No tengo ni puta idea de a dónde vamos a ir a parar. Pero hemos fracasado como pueblo. Quizás algún día seamos unos grandes fabricantes de algo, y exportemos a todo el mundo. La Unión Europea nos verá como el tío medio tonto que salió del pueblo e hizo fortuna abriendo un bar. O quizás algún día lleguemos a ser una bonito perchero o un bonito mueble. O volvamos a ser el escenario de las pruebas armamentísticas de Estados Unidos y Afiliados. A mí personalmente me importa una mierda, pero de vez en cuando conviene recordar que los revolucionarios llevaron a cabo sus actos en unos días no tan diferentes a los nuestros: tanto ellos como nosotros llamamos a esos días hoy. Hoy no tolero otra subida en el precio del pan, voy a colgar a un par de reyes. Hoy no quiero coger más el coche, que se me está poniendo el culo gordo. Hoy no quiero volver a oír hablar dinero. Hoy he hecho algo para detener mi contador por un tiempo porque ya empezaba a apestar a autocompansión. Tomen nota, que ésta última va para examen.
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